Los
niños, de manera natural, se pasan los primeros años de vida preguntándose por
el porqué de las cosas. Es algo innato el querer conocer cómo funciona el
mundo que les rodea, la curiosidad por saber hasta el último detalle. Si lo
pensamos bien, esta postura no está tan lejos de la de los filósofos,
tanto antiguos como contemporáneos, que basan sus reflexiones en la búsqueda de
respuestas a determinadas preguntas. Sólo hay que saber aprovecharla.
La filosofía en
las aulas puede convertirse en algo más que estudiar una larga lista de
pensadores y sus diferentes teorías. Puede ser el espacio en el que los
niños formen debates y se planteen dudas y conflictos que deban resolver tras
una reflexión individual y, posteriormente, conjunta. O, mejor aún, llegar a
ser una materia transversal que se utilice en las diferentes asignaturas.
Las
virtudes de este tipo de actividades son innegables: permiten desarrollar la
capacidad de criticar, de dialogar, de llegar a consensos. Cuestionar
siempre lo que se da por hecho favorece el pensamiento crítico y es el
camino para llegar a otras formas de ver el mundo. Es una forma diferente de
fomentar la creatividad, que el niño utiliza para idear nuevas maneras de
entender la realidad y de encontrar soluciones a los conflictos morales y
éticos.
Para seguir leyendo el artículo sobre la importancia de la
filosofía en la educación de los niños entrar en: http://blog.tiching.com/ensenar-pensar-filosofia-en-las-aulas/
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